Busco siempre que el material publicado sea inédito en cas-
tellano. Al menos esa es la ilusión que me guía. Ilusión en su
doble sentido, claro. Una manera de aportar. Agrandar el te-
rritorio, en este caso de la poesía publicada en nuestro idioma.
No creo que haya muchas versiones de los poemas de Hans
Werner Cohn. Tampoco de Kunert. Sí existen un par de libri-
tos de poemas de Enzensberger. Y, salvo tres poemas más o
menos extensos, que conforman el libro llamado "Del natural",
de W.G. Sebald, sé que no existen versiones de la formidable colección publicada póstumamente con el título de "Across
the Land and the Water". ¿Necesito agregar que creo que Se-
bald es el mayor escritor de la segunda mitad del siglo XX?
¿Para qué arriesgarse a esta opinión provocativa?
Para decir lo que clama por ser dicho. Creo que así hablamos,
sin saber qué nos mueve a 'tener' esas palabras o ideas o sensa-
ciones que claman por ser expresadas. ¿Tenemos, en efecto,
esas ideas, deseos, pulsiones, palabras? ¿O son ellas quienes
nos tienen, o que al menos nos utilizan como vehículos de
transporte de un lugar a otro?
Hoy, por un par de razones que no viene al caso mencionar,
volví a sentir que el lenguaje es una forma maravillosa de ma-
gia. Su infinidad de combinaciones posibles, su riqueza de ma-
tices, la cantidad de tonos y sentidos que tiene casi cualquier
significante, me parecen, de nuevo, asombrosos.
Aún cuando sepamos que nos ha separado de lo real. Aún
cuando sepamos que todo es creado por nuestra imaginación,
incluyendo al yo, al sujeto y hasta al Otro. Lo sabemos, pero
también sabemos que esas construcciones funcionan muy
bien. Logran hacernos creer. Creer que somos 'alguien' y no
cualquiera o nadie, o nada. Creer que lo que sentimos impor-
ta. Creer que se pueden transformar las cosas para mejor.
Creer que todo este teatro tiene o tenía o tendría (ya ven
cuántas posibilidades nos da ese nuevo Dios que es la gra-
mática) algún sentido, alguna validez.
Y entonces está la poesía.
La lengua 'cargada al máximo de sentido' (Pound).
El temblor que nos producen ciertas palabras hiladas de
una manera especial.
Alguna vez hablé de Brueghel y de Sebald "en sus chalu-
pas". Queriendo sostener o extender la civilización.
Contra la enorme capacidad destructiva del propio ser hu-
mano.
Cuatro poetas alemanes, entonces.
HANS WERNER COHN (Asombrosamente, no hay datos
de este gran poeta alemán. Sólo he logrado saber que ha es-
crito un libro de poemas llamado "With all five senses", un
ensayo acerca de Else Lásker-Schüller y, probablemente,
sea el autor de un libro de terapia existencial, siguiendo a
Heidegger.)
RESIDENCIAS
Estrecho es el cuarto de su creencia. A menudo
apenas puede respirar en él. Desnudas
están sus paredes. Está pobremente
climatizado. Desde la ventana no es mucho
lo que puede verse.
A veces alguien visita y habla
de otros lugares, más espaciosos,
en los bosques o junto al lago.
A veces él ha sido invitado
a tales lugares. Entonces puede sentir
el brillo y también el calor. Perdido él
corre a través de los iluminados cuartos. Es
un invitado. Un extraño.
Entonces él regresa a su propio estrecho
cuarto. Es la única residencia
que puede permitirse. Tal vez después de todo
algún día podrá ver algo
desde su ventana.
[No he podido evitar mencionar esta asociación: dicen
unos versos de Seferis: El enemigo y el extranjero/ en el
espejo los hemos visto.]
NO EN CASA
No en casa en el cuerpo
un inútil invitado con los amantes
con los niños
por rumores sólo familiarizado con los afectos de
la procreación y el nacimiento.
No en casa en el espíritu
Frío en la iglesia y entre los devotos
sin lengua
o con frases falsas: un pesado.
Pero no sin amor
interesado
en esos campos tan distantes de la propia penuria.
GÜNTER KUNERT (n. 6 de marzo de 1929 en Berlín)
"MEHR LICHT"
Su rostro vuelto hacia la pared
Goethe en su lecho de muerte
Sólo puedes oir el rascar
de sus uñas
la búsqueda del pestillo secreto de la puerta
a un porvenir
que será aún más oscuro
como si yo hubiese estado presente
["Mer licht", es la expresión que se le atribuye en el
momento previo a la muerte a Goethe. "Más luz".]
HANS MAGNUS ENZENSBERGER (n. 11 de noviem-
bre de 1929 en Kaufbeuren)
CÉDULA DE IDENTIDAD
Yo es diferente
Yo es diferente de sí mismo
No puedo aferrarlo [fijarlo]
Tiene que permanecer fugaz
estar ahí ausentemente
Yo el que duerme tiene que luchar
Yo el salvador tiene que gastar profusamente
Yo inconscientemente sé qué es qué
Yo la personificación de la cortesía
espumas de furias en las maldiciones de la boca
Yo el parloteante no regala nada
Yo el abnegado envidiante
Yo el pacificador sediento de sangre
Yo no importa
En Yo puedes confiar
Yo compuesto hasta el punto de la indiferencia
tiene que ocuparse de todo
Yo el caso perdido
no puedo dejarlo ahí
Yo batallo y batallo
Yo se excusa a sí mismo
pronto deberá irse
Yo es diferente
[Utilizo aquí la repetición de una de las versiones de la
expresión en inglés "I" o del alemán "Ich", cuando en cas-
tellano caben dos por el precio de una: "Yo" y "Mí". Po-
dría decirse, por ejemplo, "En mí puedes confiar", pero
se perdería el efecto poético y hasta el sentido original.]
W.G. SEBALD (n. el 18 de mayo de 1944 en Wertach
im Allgäu; m. en Gran Bretaña el 14 de diciembre de 2001)
OLA DE CALOR EN OCTUBRE
Desde el paso elevado
que conduce abajo
al Puente
Holland vi
el disco rojo
del sol
alzándose sobre la
ciudad prometida.
Temprano a
la tarde el
termómetro
alcanzó los ochenta
y cinco y una niebla
de hierro azul
colgaba entre las
resplandecientes torres
mientras en la Conferencia
de la Casa Blanca
sobre el Clima el
Presidente escuchaba
a los expertos hablando
acerca de convertir
algas verdes en
combustible limpio y yo estoy acostado
en el oscurecido
cuarto de hotel cercano
a Gramercy Park
soñando a través
del rugir de Manhattan
con un gran río
precipitándose
a una catarata.
Por la noche
en una recepción
permanecí junto a una
ventana francesa abierta
y sentí lástima por
el árbol tullido
que crecía en una
cuba en el patio.
Prácticamente defo-
liado era de
una especie
incierta, su tronco
y sus ramas
envueltos con
hilos de pequeñas
lámparas eléctricas.
Una mujer joven
vino hacia mí
y dijo que aun-
que de vacaciones
había pasado
todo el día en
la oficina
la que al revés
que su departamento tenía
aire acondicionado y
estaba frío como la
morgue. Allí,
dijo ella, estoy
feliz como una
ostra abierta
en un lecho de hielo.
[Un título anterior de este poema lo sitúa, preciso, en
el tiempo: "6 de octubre de 1997". 85°F equivale a casi
30°C]
El poema de Cohn, "Residencias", se me asoció con este
de Konstantino Kavafis, llamado "Las cuatro paredes de
mi habitación"
No amo la pobreza de estas paredes.
Mis amigos merecen
otras más adornadas, más elegantes,
y una más confortable habitación.
¿Pero qué significa que son pobres?
¿Acaso no tienen una cierta nobleza?
Y no es por el lujo que las cubra por lo que encuentro
amor en ellas.
No son como al gente que sólo la apariencia valora.
Además, ellas saben que mis cosas
no durarían eternamente,
ni aun en mí. Mis alegrías y mis penas
y todo cuanto realizo en este mundo
rápidamente pasará. Las viejas
paredes son indiferentes a los halagos.
Ellas tienen ya una larga vida
¿y qué van a pedir de la mía, tan corta?
No es que me guste especialmente Kavafis. De hecho,
me resulta más interesante el poema de Cohn, pero me
sigue pareciendo que hay una relación entre ambos.
FUENTES
Para Cohn, Kunert y Enzensberger, German and French
Poetry. Modern Poetry in Translation, N° 16, 2000.
Para Sebald, "Across the Land and the Water. Selected
Poems, 1964-2001." Hamish Hamilton, 2011.
El poema de Kavafis proviene de "Poesías Completas",
en la versión de José María Álvarez, que editó Hiperión
en 1995.
Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)
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