AL AMANECER
Desde la ventanilla del tren al amanecer,
vi ciudades vacías durmiendo,
tendidas indefensas sobre sus espaldas
como grandes bestias.
A través de las anchas cuadras, sólo mis pensamientos
y un viento cortante vagaban;
banderas de lino desmayadas en las torres,
los pájaros empezaban a despertar en los árboles,
y en las gruesas pieles de los parques
brillaban los ojos de gatos perdidos.
La tímida luz de la mañana, eterna
debutante, se reflejaba en las vidrieras de los negocios.
Carruseles, por fin en posesión de sí mismos, giraban
como ruedas de rezo en sus invisibles fulcros;
jardines ahumados como las ardientes ruinas de Varsovia.
El primer furgón aún no había llegado
al muro marrón del matadero.
Las ciudades al amanecer no son de nadie,
y carecen de nombres.
Y yo, también, no tengo nombre.
amanecer, las estrellas empalideciendo,
el tren levantando velocidad.
(Versión del polaco al inglés: Renata Gorzynski, Benjamin
Ivry, y C.K. Williams.)
CUANDO LLEGÓ LA MUERTE
No estaba con vos cuando llegó la muerte.
El hospital municipal fue tu último hogar:
cuarto blanco, telarañas, pintura
astillada, un tarro de cerezas en conserva,
un viejo ejemplar de un huecograbado, un tenedor de lata
al que le falta un diente, dos vasos.
En la cama siguiente, un sastre con cáncer.
Eras tan viejo que los médicos pensaron
que apenas pesarías
en los números de la muerte.
Tan viejo que los chicos de tu cuadra
te pensaban como otro siglo,
un imperio encorvándose en la vereda rota.
Mientras la muerte llegaba, sin embargo, vino la juventud:
de pronto hablabas el lenguaje de la infancia,
la pantalla blanca entre vos y los vivos
era el ala de un planeador.
El goteo endovenoso murmuró, una paloma
parada impaciente en el alféizar.
Estabas hablándolo todo acerca de vos mismo
desde aquel inhóspito lugar hasta dentro de tu muerte:
el dandy de dieciocho, el maduro de treinta años de edad,
el maestro alemán que no tenía camión
para los indolentes alumnos, el pensionista
con su larga caminata diaria
eso puede haber medido al final
la distancia de la tierra
al cielo.
Te regeneraste
para tu muerte.
En el pasillo, las apagadas risas
de las enfermeras; en la ventana,
gorriones peleándose por miguitas.
(Versión del polaco al inglés: Renata Gorzynski, Benjamin
Ivry, y C.K. Williams)
TRAICIÓN
El mayor deleite, me doy cuenta,
está sublimemente escondido en el acto de la traición
que puede igualarse tan sólo a la fidelidad.
Traicionar a una mujer, a los amigos, a una idea,
ver una luz nueva en los ojos
de sombras distantes. Pero las opciones son
limitadas: otras mujeres, otras
ideas, los enemigos de nuestros amigos duraderos.
Si tan sólo pudiésemos encontrar alguna otredad
suficientemente distinta, instalarnos en un país que no tiene
nombre, tocar a una mujer antes
de que nazca, perder nuestros recuerdos, encontrarnos
con un Dios otro que el nuestro.
(Versión del polaco al inglés: Renata Gorzynski)
Versiones del inglés al castellano: Robert R. Rivas (c)
ADAM ZAGAJEWSKI es uno de los más importantes escri-
tores polacos. Nació en la ciudad de Lvov, en la Ucrania Po-
laca, en 1945. Poeta, novelista y ensayista. Estudió filosofía
y psicología en la Universidad Jaguelónica de Cracovia, y du-
rante la década de los 70 formó parte del movimiento de opo-
sición democrática polaco. En 1976 se unió al Comité de De-
fensa de los Obreros, por lo que su obra fue prohibida. Había
publicado su primer libro de poemas en 1972. Desde 1982 re-
partió su lugar de residencia entre París, donde editó la publi-
cación Cahiers littéraires, y Texas, donde fue profesor en la
Universidad de Houston. Regresó a Cracovia en 2002, dando
clases cada año en la Universidad de Chicago, como profesor
invitado. Murió en Cracovia en marzo de 2021.
FUENTE
J.D.McClatchy (Editor). The Vintage Book of Contemporary
World Poetry. Vintage Books, 1996.
Uno de mis libros preferidos de Zagajewski. Una sucesión de
recuerdos, reflexiones e ideas.
4 comentarios:
Que hermosa poesía, gracias Robert!
Hola Carmen. Te extrañaba. Gracias.
Amigo siempre leo todo lo que publicas, y es más, vuelvo a releer lo que has escrito en años anteriores, para profundizar en tus escritos que son geniales, pero no me animo siempre a comentar
¡Gracias! Animate. Recibir comentarios es muy importante, para contrapesar la sensación extraña que produce que unas 180 personas en promedio entran al blog por día y nadie comenta nada acerca de las notas.
Un cariño, Robert
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