miércoles, 11 de noviembre de 2015
EL CHICO INDIO
1
Se entrega a la llanura
despertando un sueño tras otro:
despegándose de su sombra,
entrando al fin en su indio.
¡A galopar!
¡Cómo es necesario galopar!
Tan hondo como a través del agujero central
de su existencia
pasa esa fina luz con imágenes:
este galopar hacia la llanura
que se entrega, así como la tarde.
Galope amortiguado:
galopo para siempre
esa tarde
imitando el sonido,
sumergido e iluminado por la creencia:
todos los actos de mi vida
están por comenzar...
La realidad
estaba para ser transformada
No había otra manera
Sino la culpa y la vergüenza
lo perseguirían
Cuando era un indio en esa loma que representaba
las Cuatro Esquinas
me sentía latir como un indio.
Un indio, y no el ejército de los azules:
ese inadaptable luchaba contra la tiranía
del hombre blanco
Mi sangre sabía
ser la sangre de un indio
Mi cuerpo sólo era mi cuerpo
siendo el cuerpo de un indio
cabalgando
solo
en ese territorio
infinito.
No he vuelto a tener esa clase de saber.
A todo lo demás apenas si puedo llamarlo
"conocimientos".
Porque o era ese indio
que no terminé siendo
o no sabría ser.
*
Y si hubiese sido un indio,
¿igual hubiese querido más que nada ser un indio?
2
Después el indio se fue transformando
en ese loco
que con su cabeza metálica
hacía retumbar de noche
los muros internos del Hospicio
Ese loco harto de corduras
Ese loco Artaud sin ataduras
Ese loco Artaud entre los indios
Otra vez
salvaje
otra vez en las fronteras del mundo
en los bordes del lenguaje.
Contra
Galopar contra
golpeándose la grupa
encendiendo la sangre:
¡a galopar!
Ahí están todavía
la llanura
y la tarde.
Chico-indio
loco-salvaje:
nunca te apagaste.
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