También nosotros dudábamos
Y la búsqueda fue extensa
Y en realidad no estaban escondidas:
Como pueblos en extinción, buscaban lugares difíciles
de alcanzar
Solo eso
Y entonces no nos acercamos demasiado
Solo lo necesario para comprobar que, en efecto, 'hablan'
Tal vez la confusión ha surgido en torno a lo que llamamos
"hablar"
¿Cómo llamar -y en qué idioma perdido hace milenios o to-
davía por venir quién sabe cuándo- a las impresiones táctilo-
intuitivo-sonoras que 'surgen' de las piedras de Gwithly?
Ni siquiera es posible determinar si provienen del interior
de las piedras, o de sus roces por el movimiento de la Tierra,
o de las ondas invisibles que sin duda pasan sobre, entre y
debajo de ellas.
De todos modos, si se trata de 'entender' hay que desmontar
un pesadísimo andamiaje y exponerse
a la verdadera desnudez de lo incomprensible.
Siendo indudable que dicen.
Señales, tonos, vibraciones, como si pasase por ellas una ola
a veces de ida y a veces de vuelta,
generando un ligero rumor, un sutilísimo murmullo con
pausas breves y profundas, algo que está desarrollándose
en los límites abiertos de la naturaleza.
Algo que no está hecho para ser entendido por el entendi-
miento, sino que es preciso prestarse a que nos estruje con
sus fuerzas tenues y a la vez inmensamente poderosas, el
corazón.
1 comentario:
Amo las piedras y me encanta este poema, es muy decidor!
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