El tucán es uno de los pocos pájaros que conoce
-seguramente por una necesidad que la biología,
comprendiendo, ha accedido a conceder - la intimidad.
En la intimidad, el tucán se despoja enseguida
de su ostentoso, inútil y pesado pico.
Adquiere de inmediato una apariencia muy sutil,
ayudado por su plumaje que parece terciopelo,
la combinación del negro puro (algunos despistados
lo confunden con el azur fondo-de-mar, otros
lo describen como un azul saturado de negritud)
con el blanco blanquísimo, y esos ojos redondos
de fondo azul y pupilas asimétricas de agua negra
que ven lo inefable y lo acarician.
Ahí es él mismo. Por supuesto que es el inicio de la
larga ceremonia previa al apareamiento.
Las hembras, por delicadeza solamente, son un poco
más pequeñas.
La vida sexual de los tucanes es sumamente rica.
Ya la preparación es una fiesta.
El cortejo los conduce como una danza hipnótica
al borde del éxtasis.
No se hablan durante el coito. Apenas musitan.
Los sonidos justos, los eternos sonidos del sagrado
momento del encuentro
(tal vez las Fórmulas Mágicas de los Reinos Ancestrales).
Todo lo demás, para ellos, es simulación y estúpidas
obligaciones instintivas.
NOTA
Es necesario recordar, sobre todo cuando mencionamos
"Reinos Ancestrales", que las aves como el tucán existen
desde hace alrededor de cien millones de años.
2 comentarios:
Amee lo de obligaciones instintivas, me fascinan los tucanes!!
Feliz Año Nuevo querido amigo
Hola Carmen. Feliz Año para vos también. ¡Un cariño!
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