martes, 26 de abril de 2016

LOS CUADERNOS. EL CUADERNO CELESTE, DESDE EL 15 DE ENERO DE 1998. UN FRAGMENTO

 hicieron el trayecto y se perdieron.
 los encontró la tormenta

 adminículos en Tdvushka

 es una música larga, como una vida.
 ¿cuántos instrumentos?
 ¿quién escribió la música que... emplean?

 mensajes benzelucas
 que hablan a través de los grillos zigzag
 ¿antes de qué?

 habían inventado, le confió, una rueda para emperadores.
 pero no encontraban a ninguno para probarla.

 tres filos

 palabras que rozan la cosa
 palabras que rosan la rosa

 casi todo lo verdadero es verdaderamente inexpresable

 el delicado seudopodio
 de una palabra se extiende
 y toca, 'nombrando'
 "¡A veces una palabra alcanza tanto!"

 la mirada, el oído, trayendo señales
 el ciego-sordo-mudo tacto
 ¿en qué lenguaje?
 (como se pregunta, "¿en qué idioma?")

 la música, a veces
 como querer abrazar el agua

 afable: "a quien se puede hablar"
 (fari: hablar)
 ineffabilis: de iffabilis, 'expresable'
 afhabile (neologismo): "que tiene la habilidad de que se le
    puede hablar

 "son naranjas árabes", agregó, "rematadamente árabes"

 náufragos del buque-cárcel: ¡cuántas sensaciones encontra
       das!

 el libro de las advertencias

 para finalizar, entonces, ¿duerme un árbol?
 en su tercer viaje se plantea esta pregunta, cuyo origen re-
 side en esas noches dormidas bajo el mástil, o los mástiles
 de un bosque (el viento generalmente cede de noche, aún
 en los bosques deshabitados)


unos cuantos años antes, leía los ejemplares de El Corno
Emplumado, que llegaban a mis manos. Bilingüe (inglés-
castellano, con predominio claro de esta lengua), a veces
incluía un dossier especial. Como este número de 1965,
con una vasta selección de poesía finlandesa. Ahora que 
acabo de publicar el famoso poema La hoja, de Bronislaw
Maj, encuentro estos versos de Tuomas Anhava: "Asomo
a la ventana; calma completa:/ cae una hoja, caen dos,/ y
tres". Y siguen cayendo las hojas todavía.

 Diluciones

 Compadritos y comparsas- alguien que no sea

 pasa despotricando a nuestro vagón un hombre (¿de qué
edad? ¿tendrá edad, aunque sea? medio sucio, sin estar an-
drajoso) con un bolso de Boca en una mano y cuaderno es-
piral en la otra. "El cuaderno espiral con alambre de campo
cromado", dice aproximándose a una señora. ¿Impresión de
agresividad? Después a un muchacho de veintipico. Éste le
hace un gesto (bien) de que no quiere comprar.. "¿Y para
qué vas a querer vos, boludo?"

 se zambulle tu cuerpo en tu cuerpo
 o emerge tu cuerpo de tu cuerpo
 ¿tengo que preguntarlo?
 ¿todo el cuerpo? ¿o ese ombligo
 que liga, en lo invisible,
 tu cuerpo a tu cuerpo
 hace que no desaparezcas en tus aguas,
 que no te disuelvas en mi aire mental?

el PAFUÍ relámpago (tachado) explosivo
y la luciérnaga de Dufuitén
"los fuegos artificiales de los pobres"

 un día Wundum decidió construirse un avión -de uso per-
sonal- tal vez para vuelos breves o quién sabe y vuelos cur-
vos, o en todo caso mixtos y vuelos de ascención ¿hasta
dónde? ¿dónde hay descanso, Wundum? para enroscarse
en el cielo y tirabuzonear de lo lindo y para dirigirse de una
buena vez al horizonte

 "sólo el horizonte me llama", le había escrito un náufrago
a W. "últimos mensajes", p. 18 "quiera la luz marina, húmedo-
pálida estremor extremo loca y filosa y marina albuminoidea,
posarse sobre mi ala"
 "quiera el aire anestesiar el dolor del ala"

 ¿quiera Wundum volarse de Wundum?

 Wundum en lo oscuro, sin lucesitas
 y su avión desplumado

 Títulos:
 Ángeles del mar blanco
 Fugas de amantes
 Luz que queda
 Penúltimos mundos
 Arena, arenas
 Cementerio de hábitos
 Hamacas y liebres, lemures y hélices
 El Palacio imperfecto
 Los señores de los puertos cerrados
 El bebedor de locuras

 Dejarse inundar: música, dolor 
 dejarse inundar

 Causa, cauce del dolor
 El dolor que si no tiene causa no encuentra cauce
 y sin cauce no rueda ni se gasta

 (útil -o más o menos corriente- estar vacunado contra la
histeria)

 (Hoteles cercanos a Constitución. También varias clases
de edificios: ninguno es muy alto ni muy moderno. Debe 
resultar casi imposible vivir acá sin deprimirse hasta el hue-
so)

 Sentimientos sin sentimentalismo
 Limpiar la carne de la grasa
 ¿Sabores, solamente?
 Valores... sabores, ¿qué vale más, qué es más sabroso?
 O también, ¿qué es mejor, valorar o saborear?

 La vecina Trencia. Riesgo puro para todos los hijos. Enviar
un hijo a Trencia... humm

 la subjetividad -y la escritura es uno de sus mejores reinos-
permite lo que las reglas, los códigos y las morales suprimen:
relacionar, entremezclar, pasar el registro consciente a uno
que está en una suerte de limbo, ése descripto en sánscrito
con una sola palabra, nevasaññannasaññayatanna
 lo que no pertenece ni a la conciencia ni al inconsciente
 en ese lugar se traman las cosas, se vincula lo aparentemen-
te alejado, tienen que ver las cosas que no tenían nada que
ver (las cosas ciegas)
 voy a seguir un curso de ésos, ahora
 el de cómo mientras voy leyendo, aparecen referencias in-
ternas, asociaciones vinculantes
 Walter Benjamin dice que "en toda la obra de Kafka no
aparece el nombre de Dios" entonces viene su explicación,
que es más compleja de lo que uno creería o querría
 "el gesto más distinguido de Kafka es la vergüenza" (ahí
empiezo a estar, porque es la vergüenza la compañía inevi-
table que llevo o me lleva cuando visito el pasado) "Ser vis-
to por Dios sobre esta Tierra es insoportable y no es posible
imaginar a alguien que la observe. Por eso Kafka no habla
nunca de Dios."
 Resulta que Brecht, no tan casualmente, decía que Kafka
era "un escritor profético."
 Y dice que el tema de Kafka es el asombro
 Me veo tentado de subrayar esta palabra, mientras asocio:
el proverbio árabe que siempre me fascinó: "vende tu astu-
cia y compra asombro" Como la astucia forma parte justa-
mente de aquella vergüenza, el asombro aparece como su
perfecto contrario: Astucia=especulación, medida, benefi-
cio; Asombro=aventura, riesgo, indefensión.
 Enseguida agrega Brecht algo asombroso: dice que se mez-
cla en el asombro de Kafka "un terror cerval". Transporte
inmediato al relato de un paciente que me contó una vez
que cuando su madre estaba cerca de morirse sólo hablaba
en alemán (de paso, la lengua en la que escriben tanto Ben-
jamin como Brecht como el mismo Kafka), un idioma que
había aprendido de chica y abandonado por la migración
poco tiempo después. Que al médico, por ejemplo, sólo le
hablaba en esa lengua. Pero lo que más me impresionó del
relato de mi paciente es que en un momento la madre lo
llamó para hablarle casi al oído y que entonces le dijo que
ella sentía "un terror cerval". Era una forma inusual de ha-
blar del miedo, una forma que grababa la gravedad del su-
frimiento que padecía de una manera imborrable.
 Un cruce, algo que seguramente por cierto desconocimiento,
me resulta absurdo. Brecht llama a Kafka "el único escritor
bolchevique genuino". (!) Me acuerdo de los signos de ad-
miración o de interrogación, según si la jugada había sido
muy buena (sorprendente) o muy mala (lamentable), que
usaba en sus comentarios de las partidas de ajedrez alguien
que se había apodado, en forma muy poco original, Capa-
negra
 Pero vuelvo a las otras asociaciones. Se me ocurren cuando
Benjamin escribe que "Kafka precisamente está emparentado
con Klee", que ha sido siempre mi pintor favorito. Su sensibi-
lidad extraordinaria, en pequeños cuadros que parecían exten-
derse hasta el infinito. O, al menos, señalarnos el camino ha-
cia él. Klee, otra K. posible, esta vez en la pintura.
 Benjamin afirma que ese parentesco él lo encuentra en "el 
mundo en varios sentidos tan jovial e influido por ángeles
(de Kafka) es el complemento exacto de su época, que se
dispone a exterminar a los habitantes de este planeta en
cuantiosas masas."
 Praga, agrego yo, en el medio de los dos grandes asesinos
masivos del siglo XX. Kafka, vuelvo a agregar, que escribe
en sus Diarios una muy breve entrada: "2 de agosto. Alema-
nia le declaró la guerra a Rusia. Por la tarde, en la escuela
de Natación." El día anterior -es imposible que no estu-
viera al tanto de la inminencia de la guerra (Mundial): "
de agosto. Acompañé a K. hasta la estación. La oficina lle-
na de parientes. Me gustaría ir a visitar a Valli." Cuatro días 
después se ve aún más claro que K. está en otro tema: "Contemplado desde el punto de vista de la literatura, mi 
destino parece bastante simple. El deseo de representar mi fantástica vida interior ha desplazado todo lo demás, y ade-
más la ha agotado terriblemente, y sigue agotándola. Nin-
guna otra cosa podrá jamás conformarme."

 Todo esto podría llevarnos tranquilamente a la cuestión
que más le importaba a Proust, según sus propias palabras,
que era: ¿En qué medida el escritor está en lo que ha escri-
to? Por cierto, Proust se refiere a la novela -en este caso era
Jean Santeuil- y a la aparición de sus secretos autobiográfi-
cos en ella. Pero ahora me interesa plantear una pregunta dis-
tinta: ¿En qué medida está/estoy, el autor de un diario en sus
escritos? Se supone que en el caso de la novela, el autor quie-
re a su vez contar lo que le pasa y, al mismo tiempo, ocultar
ciertos datos que no quisiera que se sepan acerca de él. En
esa misma línea, los Diarios de Kafka rebosan de comenta-
rios terribles acerca de sí mismo, como que está lleno de odio,
envidia, auto-desprecio, etc., etc., pero se cuida muy bien de
decirnos a qué se refiere específicamente. Cuál es su odio,
a quiénes envidia, y todo eso. En todo esta masa de confesio-
nes y ocultamientos campea justamente la vergüenza. 
 Preguntarse en qué medida está uno en lo que escribe tanto
como diarios o cuadernos, como lo que puede escribir como
auto-biografía implica el tema de la identidad. Despega la
página pegada de la identidad. NO soy idéntico a mí mismo.
Y tampoco sé quién soy o por qué siento de la manera que
lo hago. Por qué prefiero esto a aquello (argumentos a un
lado), por qué no me gusta tal comida y me encanta tal otra,
por qué me enamoré de tal mujer, de dónde provienen mis 
más profundos miedos, y todo lo demás. La identidad es en
realidad no-idéntica por naturaleza. La construimos a medias
entre yo y el Otro, va cambiando con el tiempo, nos recono-
cemos o no nos reconocemos en ciertos actos, en ciertos di-
chos nuestros. Las circunstancias de la vida hacen aflorar
aspectos 'propios' que desconocíamos. Una muerte, un acci-
dente, un encuentro, un vínculo...

 creo que sigue faltando la metáfora más justa o bien la más
hermosa, acerca de la identidad

 imitadores de gestos, hay dos especies
los que lo hacen a propósito, los que lo hacen sin querer, sin
darse cuenta
 en ambas especies hay artistas
 parece ser que nunca es muy difícil identificar a un artista
  en algunas regiones es aquel que lanza la flecha a través del
follaje y da en la presa
 "si quiere", dicen algunos
 "si le sale", comentan otros

 ¿Desde cuándo estoy preocupado?
 ¿Puede, verdaderamente, ser desde siempre?
 ¿Puede, acaso, no serlo?

 un solo, perdido, bocinazo de un tren en el aire ligeramente
neblinoso de angustia de las tres de la mañana
 ahora estoy despierto, tren, ¿era eso?

 a veces las hojas se mueven como insectos

 son salas: la Sala TFIKI, que se abre en ocho Salas-brazos
 superpuestas, entrecruzadas
 la Sala GHÚ, la sala de Dresgha, el Inquietísimo
 salas de apóstatas, la de JLIBAM, que se decía conducía
a "la ría de los hombres"

 ¿cómo se entra a un filo?

 "Bebí sol
  Ahora
  Me beberá la luna"

cantará sordamente la tierra a través de mis huesos
cuando ya no haya cantos, habré renacido

Pequeña luz
al nacer
Qué! nunca floreció

 ante tu desnudez, la misma sensación que ante un día be-
llísimo, ¿qué, cuánto, cómo hacer con él? esa mezcla esa
agitación del entusiasmo, no puede no tener cierta dosis
de angustia

 había decidido empezar a escribir porque, al leer el Iván
Illich, se dio cuenta de que él también se iba a morir
 y le parecía un tema triste pero esencial, porque darse
cuenta de que uno se va a morir lo cambia todo
 pero I.I. se iba a morir pronto, ya que era un hombre muy
mayor y, además, estaba muy enfermo
 en cambio S. rondaba los 50 y, hasta donde sabía, estaba
en muy buena salud
 o hasta donde puede saberse
 S. empezó a pensarlo todo al estilo de Iván Illich:
 ¿para qué sirvió esto, para qué aquello otro?
 pensar así a los 50 tiene consecuencias
 al menos si se es consecuente y se sigue adelante
 (infrecuente)
 S. lo hace
 va 'hacia adelante' yendo hacia atrás
 pero él siente que su dirección debe ser otra
 ¿intencional, inexorable?
 quiere saber, quiere ir 'hacia lo hondo'

 de cómo Música para camaleones (Capote), me condujo
(págs. 274 a 276) a Willa Cather y a su Dama perdida

 (Ayer un paciente: "queda lejos, como qué sé yo, de acá
a Bella Vista." Dos horas después, otra paciente, "porque
íbamos, cuando era chica, a visitar... yo tenía... una tatara-
buela que vivía lejísimo, en Bella Vista." ¿Habrá quedado
algo en el aire? ¿Se habrían puesto de acuerdo?)

 Coincidencias
 Darshan y un amigo (T.) viajan en el micro desde Gessell.
Llueve y está oscuro. D. piensa en la vez que se quedó el
Daihatsu... empieza a contarle a T.: "te acordás..." y T., mi-
rando por la ventanilla, lo interrumpe: "mirá, Ledesma, don-
de se quedó el Daihatsu la otra vez".

 que fuera (el saber) una herida
 ¿cuántas capas, manos, de presente?
 Zucchero canta Doménica

 tenso, ¡mi alrededor es tan inmediato! He tenido hallazgos,
sin embargo, y los he perdido en esa misma inmediatez que
me pellizca, irrita, carcome
 si un budista entrase en la composición de partes que soy,
tardaría en reunir los desconciertos, como un campesino que
recién empieza a trabajar en una hacienda y lo envían a jun-
tar al atardecer los animales... y no sabe cuáles ni cuántos
son

 (de un viaje)
 esta mujer que viene por el pasillo con pasos tan cortitos,
¿es japonesa o está dormida?
 dormí en varias posiciones nuevas para la anatomía humana,
debería escribir un apéndice para Testut
 C. le dijo a B. "en un tiempo parecíamos inseparables", y B.
le dijo a C. "somos inseparables, lo que pasa es que yo estoy
muy enamorada..."
 D. dijo: "el viaje de ustedes es de placer, el de la India fue de
experiencia, no de placer" (este año el trabajo lo envía a Tie-
rra del Fuego, Córdoba y Jujuy)
 escena Marlboro: gran foto, cae la tarde, dos cowboys ac-
tuales a caballo, de espaldas, uno dice: "I miss my lung, Bob"
más adelante, otra parecida: "I have emphisema, Bob"
 el hombre viejo que manejaba como el culo, cerca de Santa
Mónica y que en los semáforos se metía un grueso dedo en
la nariz con una expresión tan idiota que parecía a propósito
 se abren las autopistas a velocidad; tomo la 57 por error, en
lugar de la 10, y era la correcta
 entre el completo artificio del Las Vegas nocturno, pequeña,
bellísima, la luna
 en el regreso, gran sensibilidad, voy leyendo "Writers" com-
prado de oferta (9,99) en el aeropuerto. Mirando esos rostros
[se trata de un libro de fotos de escritores, cada una con un
comentario del mismo o bien con un fragmento extraído de
alguno de sus libros] tan presentes, tatuados de personas,
pequeñas manchas, arrugas, miro alrededor, capto ligeros
detalles
 en el aeropuerto (LA), la misma gavilla de azafatas tailan-
desas
 en el avión pude leer con tranquilidad: no tengo otras cosas
que hacer, nada me demanda o compele Tengo el tiempo
porque casi siempre tengo tiempo pero como hay deberes
y usos posibles, chau

 ¿se puede ser desprolijo en el colegio y luego místico?
me recuerda 3 libros de un tiempo que supongo más o menos
simultáneo: "Carne y cuero" de Felicien Marceau, "El hombre
que atravesaba las paredes" de Marcel Aymé y "Diario de un
aspirante a santo", de Georges Duhamel
a los 3 los sigo considerando importantes
releer me es difícil, salvo a Kafka

 reducción de atmósferas (el ejemplo de Auster)

 [una paciente, XE, llega idéntica a la de 'Tiré a mi madre
del tren']

 estábamos llenos de imángenes

 cómo dicen "gracias"
 "gracias, gracias, etc.
 en Psunbia

 tema: el Otro 'no se tiene quieto'

 ser su apoya-silencios

 escribi-irse, ex-cribirse, es-cribi-circe, ex-in-cribarse

 una historia proviene de otras historias, le dijo

 un estado de animalma

 escribir: después se reconocerá

un inglés que no conozco, en Film & Arts
dice que la religión está basada en el miedo (a morir), eso
es la religión para la mayoría de las personas; un Dios que
mira es un villano; la religión para mí (él) es la herida, no
el vendaje; el reconocimiento del dolor, etc.
dice que la infancia está tan llena de temores, diversión, an-
siedades, q una vez perdió una lapicera, ¡la pérdida de esa
lapicera!
que un acto malvado puede traer buenas consecuencias
y que un acto bondadoso puede traer nefastas
(estas transcripciones siempre parecen empobrecer mucho
el original)

título: CUENCAS, CUENCOS

también: CAUSAS, CAUCES

sí, las estelas blancas de los que llamábamos 'supersónicos',
muy alto, 'aviones militares', se decía   no sabíamos mucho
-y no nos importaba

¿qué es peor: no tener nada escrito o no tener nada que es-
cribir?

el analista vive de las vivencias de los demás
vivencias traducidas a significantes
¿como el trabajo está traducido al dinero que produce?

Joyce, siguiendo a Ibsen, considera que el exilio es condi-
ción del escritor ¿por qué no vuelve a Dublin?, le suelen
preguntar. "porque me impediría escribir sobre ella"
tomó la frase "me impediría"
tomó "escribir", guardó "sobre ella"
(le parecía que no debía mostrarse "sobre ella")

una traducción, el poema de Brecht, llamado "La emigración
de los poetas"
Homero no tenía hogar: Dante
Tuvo que dejar su ciudad natal.
Li-Po y Tu-Fu vagaron a través de guerras civiles
Que devoraron a 30 millones de personas
Amenazaron a Eurípides con la ley
Y mantuvieron callada la boca moribunda de Shakespeare.
Francois Villon no sólo tenía a la Musa
Detrás suyo sino también a la policía.
Lucrecio apodó 'el Bienamado'
Y se fue al exilio
Así mismo hizo Heine y también
Brecht rajó bajo el techo holandés.

se despertó: estaba soñando con unas vecinitas que tenía
y que hablaban cosas que él no debía escuchar. se durmió.
ya no se despertó.

el cansancio del dolor
como 'esperando el cansancio del dolor'

eclécticas
el tipo de tranquilidad que produce una erección
otro, de la familia, tener plata, gastable sin culpa, en el bol-
sillo
otra, familiar también, ganar un buen partido de tenis
distinto: escribir algo bueno
semejante: verse bien en el espejo
semejante: sentir que se ayudó a alguien

la idea misma de la horda se había torcido y luego de algu-
nas marchas y algunas tormentas furibundas mezcladas en-
tre sus marchas, la idea torcida tal vez para siempre desvia-
ba su curso a poco de emprenderlo

si había alguna paz en un cuerpo en algún lugar que no fue-
se el dormir, la desconocía

el manual Nimagna de las vagas impresiones

"tiranías brevísimas pero consecutivas"

"¿es mejor intentarlo? Libro del Desistir

como fuori naturae, por donde fueras

cuando pienso "L.A.", son unas 4 o 5 fotos que tengo en la
cabeza. poco, pero después de todo, ¿para qué más? sólo yo
tengo esas fotos como el álbum mental de L.A. quiere decir
que se irán conmigo, como en un bolsillo de la mente

gestos interoexternos

de la luz de la cara oscura de la luna

ni el rostro de quién
tendría que comprarme una de esas memorias africanas,
una buena Ababundala
Shka se compró una memoria marina (sí, si se puede so-
portar el movimiento)
las pausas, los patios de la memoria
la pequeña garra que, dormida, se enreda con el hilo de al-
gún recuerdo

un movimiento extremadamente silencioso, como la expan-
sión de la conciencia al despertar

y esta mujer que aparece acá, de pronto: "era delgada como
papel: sus costillas como armazón de barrilete" (Tenessee
Williams) la he visto, la he tenido entre mis brazos, estoy
seguro de eso

el tono de las personas, no el de su voz. el 'tono vital' (ter-
minología psiquiátrica germano-hispánica). el tempo en el
que viven, por ejemplo. se relación, al mismo tiempo, con
el tiempo y con la satisfacción-insatisfacción de lo que ha-
cen con él y con lo que el tiempo hace con ellos
para no hablar de lo cómodos o incómodos que están con
o dentro de su cuerpo

la jaula de las fieras, ¿de qué lado de los barrotes?

rara cosa es una musaraña, pero también un topo o un
hurón para el insecto Aiglí

rara cosa un molino, aunque entienda mucho de hélices
rara cosa un rostro, la expresión de un rostro
rara cosa un gesto de despedida, un atardecer, una efímera
ráfaga de música al pasar por una puerta

había siempre otro pensamiento
como se siente que alguien está detrás de la puerta

¿cuánto pesan sus sueños? la cola de ese sueño, esa falda
de tela soñada q se va para allá, ¿cuánto pesa?
ese tren, esa plaza del sueño, ¿cuánto pesan, también?

'colectividad' es más adecuado que 'pueblo' para ellos
una colectividad de insectos a rosca y a fricción, como los
Ducadisis, aburridísima.
todas sus frases, sus ideas, sus relatos, son parábolas

que no se apagan, que no gastan o no se les gasta la luz

¿enguantados en nosotros?
¿o somos el guante mismo?
de una mano cuya única existencia es haber creado la forma
del guante
guante que pregunta, "¿hace frío?", o "¿pincha?"
no busca saber, busca servir

"¡qué trivialidad devoradora, la del rostro de la gente!" (Fer-
nando Pessoa)

 escalones
 ¿de qué son tus escalones?
 ¿de polvillo lunar?

 hay que acostumbrarse al dolor
 o lograr que este se acostumbre a uno

 juntamos nuestros ojos para tocar lo invisible















  



lunes, 18 de abril de 2016

VYACHESLAV KUPRIYANOV: TRES POEMAS

  


 Este gran poeta ruso nació en Novosibirsk en 1939. Com-
pletó sus estudios en 1967 en el Instituto de Lenguas Forá-
neas de Moscú y se licenció también en esa universidad en
traducción mecánica y en lingüística matemática. Su prime-
ra colección de poemas apareció cuando tenía 42 años. An-
tes de eso había hecho numerosas traducciones de poetas
alemanes y austríacos, como Rilke, Novalis y Hölderlin.
Se lo considera uno de los mayores poetas rusos vivos, y
es, junto a Vladimir Burich, uno de los pocos en escapar
de la rima y la prosodia características de la gran tradición
poética rusa -una de las mayores que existen-, ya que cul-
tiva el verso libre. Sí, ese que Brodsky dice que es como
jugar al tenis con la red caída. En el caso de Kupriyanov,
por volver a la antigua poesía eslava por un lado, y por
influencias posibles de las traducciones del inglés que hi-
ciera de Walt Whitman y de Carl Sandburg. Su poesía jue-
ga muy libremente con las palabras, utilizando sus raíces
para crear neologismos, agregando prefijos y sufijos y ha-
ciéndole la vida difícil a sus traductores.


      PAISAJE CON POLIFEMO

Todo esto es reflejado:

Sísifo está empujando su roca
Ícaro está cayendo al mar
Prometeo está encadenado a un peñasco

mientras despreocupadamente juguetean
indiferentes ninfas
apolíticos faunos
en el éxtasis
de una vida fugaz

todo esto es reflejado
en el único ojo
inyectado en sangre
de Polifemo

que está a punto de ser arrancado      [excavado]
por un errante
que busca su país natal
Odiseo



        HISTORIA DEL CORREO

Durante 300 años
los rusos han reclamado
ser oprimidos por los mongoles
quienes resulta ser
que sólo estaban distribuyendo el correo
durante 300 años
Rusia recibió cartas
que no podía leer
esa es la razón por la cual Moscú
tuvo que ser intermitentemente
quemada
en orden de liberarse de la oscuridad
de cartas no leídas

finalmente Iván el Terrible
viajó al Este
tomó Kazan y comenzó
a enviar cartas al Oeste
al escapado de casa Príncipe Kurbskoy
estas terribles cartas
fueron contestadas por Pedro el Grande
desde el extranjero desde Holanda

entonces Catalina la Grande
arregló una conexión con el mundo mejor
del Sr Voltaire entonces Napoleón
el mismo Bonaparte cuyo continuo incendiar
Moscú ayudó a introducir
el elegante estilo epistolar francés
para la nobleza así no se confundía
a los tipos comunes
demasiado pronto con
libertad igualdad y fraternidad
con la mejor distribución del correo
los Decembristas enviaban sus cartas
acerca de reformar Rusia
desde Siberia para despertar
a Herzen en Londres
fueron contestadas por
Vladimir Ilych bizqueando
su hipermétrope* mirada mongólica 
desde Génova desde Zúrich

entonces la Revolución de Octubre
tuvo lugar
como una consecuencia inevitable
del correo Mongol
como una réplica de Este
y un desafío al Oeste

en los siguientes 300 años
algo nos vendrá como respuesta
desde el Oeste
por correo electrónico


[* también se puede traducir la palabra empleada aquí por Kupriyanov como
"el que tiene visión", en el sentido del que ve más lejos.]





  EL HOMBRE CONTEMPORÁNEO -2

El hombre contemporáneo
se extiende a través del cable
junto con el murmullo del mar
se aprieta dentro del cascarón del teléfono
se comprime
busca la inmortalidad
en un disco de fonógrafo
se convierte en un monstruo marino
un prisionero del acuario televisivo
se  vuelve más portátil
más compacto
más contemporáneo
ya puede ser encendido
apagado
subirle el sonido bajarlo
no te ve
no te oye
no te conoce





FUENTE

Modern Poetry in Translation. Third Series-Number Six
After Images. Edited by David & Helen Constantine.
Londres, 2006.

Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)



sábado, 16 de abril de 2016

TRES POEMAS DE SÁNDOR MÁRAI




  Sándor Károly Henrik Grosschmid, nació el 14 de abril
de 1900, en la ciudad de Kassa, actualmente la ciudad de
Kosice, en Eslovaquia. Acerca de su apellido, dice Márai
en su tremenda autobiografía "Confesiones de un burgués":
"El apellido alemán de mi padre y el pueblo de mis antepa-
sados, que todavía existe hoy en Sajonia, atestiguan que la
familia estaba al servicio del príncipe elector de Sajonia y 
que trabajaba en la ceca estatal; durante siglos acuñaron los
Groschen sajones, eran Groschenschmiede (acuñadores de
monedas)". Pero eran húngaros hasta el hueso.
 Tenía tres hermanos menores. "Cuando evoco mi niñez,
me siento incapaz de decir si fue 'buena' o 'mala'. Pero sé
que no estaría dispuesto jamás y a ningún precio a volver
a ella".
 Kassa o Kaschau, junto al río Hernád, en la Alta Hungría,
es el lugar que amó, odió y perdió y cuya pérdida jamás
pudo superar.
 En 1914 sobrevino la guerra, en esa tarde de junio, "se
quebró una forma de vida".
Se va a vivir a Budapest hasta los 19 años. Entonces ini-
cia una sere de viajes, por Leipzig, Weimar, Frankfurt, Vie-
na y Praga.
 Hasta conocer a quien sería su mujer por el resto de su
vida, S.M. llevó una vida amorosa intensísima, asistido
económicamente a la distancia por su padre. Pero cuando
conoció a Lola, se convirtió en un marido absolutamente
fiel. Se casaron en 1923.
 Los siguientes seis años, vivieron en París.
 En 1928, Márai y su mujer regresaron a Budapest, ya con-
vertido en escritor. 
 Bueno, los demás datos están en algún lado, estimado lec-
tor/lectora. Y si no fuera así, en alguna próxima nota acerca
de Márai, retomaremos estos lineamientos biográficos a par-
tir de la década del 30 (y de sus treinta).


 MADRE

Lo que una mano secreta causa ser escrito:
los rasgos tejidos de tu ablandado rostro
son un nudoso, desdibujado trozo de escritura;
lo miro y las letras comienzan a ocupar sus lugares:
¿qué es lo que los años y la vida inscriben?
Este soy yo mismo, este es mi destino, también;
esta profunda linea en tu entrecejo.
Perdóname,
esto no es lo que elegí, esto es lo que terminó siendo,
¿el destino de quién, el mío o el tuyo, es el que veo?
Simplemente no sé.
En cuartos de noche, en frente del extraño
rostro de tu hijo que ya ha comenzado
a parecerse al tuyo, tan semejantes,
y -desgastándose, desmoronándose, pelándose-
nuestros dos cuerpos se convierten lentamente en polvo-
se convierten en un solo cuerpo, un solo polvo, una arcilla 
                                                                                  [madre.


LA CALLE MIKÓ

Amaba esa hilera de castaños.
Pensaba: ahí, algún día, he de construir
Algo que cerraría con una masiva
Llave en un cerrojo gigante.
Y jugar a la vida. Pero me reí fuerte
Toda la cosa parecía, y entonces tuve que reírme...
Triste y pretencioso... ¿Qué es esto?
Sobre esta tierra sólo puedes construir,
Sobre arena, no importa donde; eso es todo
Lo que quiero, sólo vivir sin afeitarme,
Para despertar en cuartos oscuros y yacer
Quieto durante un largo rato, callado, filtrando
Palabras, solo, pasando el tiempo
Curioso, en alguna tarea quiero que sea
Superflua. Desde entonces he vivido
Aquí, apaciguado, conociendo el mañana,
También, un tren parte hacia algún lado,
Y nada me ata, ni cama
Ni mesa, no hay castillo mágico
Sobre la tierra- y por qué mi guía telefónica conserva
Mi nombre, y la gente piensa que es verdad.


CANTO DE DESVESTIRSE

Ahora te digo esto, todo lo mismo. Porque es precisamente
                                                             el pesado y doloroso
Secreto de nuestro contrato: vendrá un tiempo en el que debe-
                                                            [remos devolverlo todo-
No tan sólo la amistado, o el dinero o el silencio.
Tampoco los estruendosos trenes, ni los paisajes a los que te
                                                                         [llevé conmigo.
Aún más remoto: mientras con tus dos ojos grandes como los
                                                                       [de una criatura
Tú ya estabas mirando hacia atrás en tu vida- a través de mil
                                                                              [kilómetros-
Del modo que un aventurero mira el paisaje desde un tren. Y
                                                                                        [viste
Pequeñas ovejas entonces, pastando, sus pequeñas vidas, y
                                                              [con sonrisas corteses
Las dejamos pasar y fuimos al coche comedor, o a un hotel.
¡Uh, cuántos hoteles, cuántos paisajes, cuánta gente, mi queri-
                                                                                             [da!
Como un viajero nervioso alcanzando su delgada billetera, así
                                             [yo también, a menudo, iba a vos
Asustado. Y eventualmente nos dijimos todo el uno al otro
También aprendimos a estar callados. Algunas veces la noche
                                                          [descendía sobre nosotros
Y enormes sombras caían entre nosotros, la modestia de nues-
                                                    [tras palabras. Una enroscada 
Capa: no éramos poetas y no íbamos 
Entre las palabras porque le temíamos a las palabras- cómo les
                                                                                  [temíamos;
¡Estábamos familiarizados con ellas, las conocíamos! Y ahora
                                                                [que de todas maneras,
Me quito esta pobre, andrajosa
Palabra, es muy pesada esta desnudez final. Por eso es que
                                                                    [tiendo esta palabra
Tan medrosamente, su chispa podría explotar, enceguecer
                      [nuestros ojos como los grandes, indescriptibles
Fuegos que la naturaleza enciende a la noche aleatoriamente.
Y desnudos, nos acomodamos juntos tiritamos,
Porque está oscuro y hace frío,
Mi amante.




Sandor Márai. The Withering World. Traducido por John Rid-
land y Peter V. Czipolt. Alma Books, 2014.




Y un cuarto poema, dedicado a la muerte de su único hijo,
que falleció de hemofilia, afección que compartía con la ma-
dre cuando tenía un mes y medio de vida.

POR LA MUERTE DE UN NIÑO

¿Qué ha quedado de él? Su nombre.
En este cepillo, el perfume de su cabello, nada más.
Un paño manchado de sangre y este poema.
El mundo está hecho de espíritu y de locura de poder;
No, no comprendo por qué me han hecho esto
No pienso disputar. Sólo guardar silencio y seguir viviendo,
Ahora es un ángel, si es que hay ángeles -
Pero aquí, abajo, todo es banal y vacío.
No soy capaz de perdonar. A nadie y nunca más.

Publicado en un libro inédito hasta dónde yo sé en castellano,
llamado Cielo y tierra.

Este poema está incluido en la biografía del gran escritor
húngaro, Sándor Márai, Una vida en imágenesescrita por 
Ernö Zeltner, con traducción de Elisa Renau, que publicase
la Universitat de Valencia en 2007.

Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)





jueves, 14 de abril de 2016

OTROS DOS FRAGMENTOS DE LA CARTA DE SARDÍS

   "... se había transfigurado en una palabra inhallable en muchos
idiomas, entre los cuales el punjab no era la excepción; esa pa-
labra que señala al arrepentimordimiento, una condensación
del momento de pasaje en el que el arrepentirse se va transfor-
mando en remorderse..."

 "la medianamente breve permanencia en esa caballeriza trajo
a mi mente ineludibles asociaciones, en especial al pasar por
una salita que hasta entonces no había notado, y que seguía a
la de las monturas y demás correas y herrajes, justo antes del 
doble portón de salida de ese lugar, en la que se guardaba el
forraje. Había allí unos colchones de paja cuyo olor, por razo-
nes que no podría de ninguna manera explicar, me recordaron 
el relato de un conocido de mi padre, que venía cada dos o tres 
años a visitarlo, un hombre bastante áspero, que parecía recha-
zar a los chicos como nosotros, llamado Miklos S., que un día 
que no olvidaré, y también por motivos que desconozco, pero 
que en este caso al parecer tenían que ver con una desgracia 
muy grande que había sufrido recientemente, le contó a mi pa-
dre, con tal intensidad que ni siquiera percibió ni le interesaba percibir nuestra presencia, que cuando fueron prisioneros de 
los alemanes, y debido a los avatares de la guerra, estaban to-
dos, cautivos y soldados alojados en un establo abandonado, 
en el que quedaban unos pocos animales vivos, y que una no-
che de tormenta vio cómo el capitán de las S.S. a cargo del lu-
gar, en una crisis de furia alcohólica, sus fuerzas totalmente 
fuera de control -dijo, porque no hablaba tan bien el castellano, "descarrilantes"- mató a un caballo que saltaba y relinchaba en 
el patio, aparentemente aterrado por la tormenta, golpeándolo 
con una gran pala en la cabeza. 
Tuvo que hacerlo muchas veces, dijo, porque el animal era 
extraordinariamente fuerte, o porque el grado de terror que lo
embargaba lo hacía más resistente a cualquier cosa real. Ese capitán, dijo Miklos con cierta vibración de la voz, estaba
'hienajenado'.  Y, agregó, al día siguiente, porque eso había 
ocurrido al inicio de la noche, "en lo más joven de la noche", iluminada por los relámpagos solamente, por lo que la escena 
había quedado entrecortada en su mente, dijo que al día sigui-
ente debieron alzar entre varios prisioneros el cadáver de esa 
bestia inocente, para transportarla con una primitiva carretilla 
de maderos hasta un depósito helado en el que apenas cabía el
cuerpo muerto entre otros ya congelados, convertidos en
una masa de carne petrificada y de hielo... vacas, perros
y algunos animales silvestres de la región.
 Nunca supo, agregó Miklos S., por otra parte, qué uso, si
alguno, se le daba a esos cadáveres acumulados, o si acaso
sólo se trataba de sumar locura a la locura y terror al páni-
co y para poner a prueba los límites del continente mental,
porque, agregó, muchas veces se había preguntado -y era
evidente que esa pregunta había regresado a él con toda su
fuerza- cuánta era la capacidad de dolor de una mente, antes
de ceder, estallar o hacerse pedazos.
 Muchos años después oí algo en una conversación cercana,
que me hizo pensar desde otro lado en lo que había dicho
Miklos S.: "es querer saber qué hay en el fondo de la razón".
 Locura "acérrima", dijo aquel hombre transfigurado a mi in-
móvil padre, en el borde de saber muy bien y no saber del to-
do lo que significaba esa palabra, como tantas veces ocurre 
cuando pescamos una palabra como la que mejor sirve para 
describir lo casi indescriptible, sea la cosa en sí una monstruo-
sidad o de la naturaleza más delicada que se pueda pensar. Lo-
cura acérrima, hasta el punto de no diferenciarse en ese aspec-
to prisioneros de carceleros, frente al acto de violencia del comandante de nuestro establo-refugio-prisión, ya que tanto 
el frío como la extensión de las matanzas habían generado en 
todos nosotros una verdadera imposibilidad de vislumbrar una 
salida posible a lo inmenso de la crueldad, de la masacre, para 
unos y para otros, era algo que exigía atravesar todas las barre-
ras que hubieran existido, tanto para preservar el más mínimo 
grado de cordura, como para hacer viable la existencia. Esa no-
che, le dijo Miklos a mi padre sin reparar en nuestra presencia, 
y muchos otros días y noches, estábamos casi completamente 
afuera de la realidad y, al mismo tiempo, casi completamente sepultados en ella. Sólo un pie quedaba dentro, sólo un hilo de respirar quedaba afuera.
 Eso es lo que recuerdo de esa conversación, que mi padre 
escuchaba sentado en una posición tan fija, que por momen-
tos pensé que perdería el equilibrio y caería al suelo.
 En otra ocasión le escuché decir al mismo Miklos S. que
casi siempre necesitaba leer mucho para poder escuchar 'al
resto de la gente'.  Estoy seguro de que lo dijo de esa mane-
ra, y de que sentí en esa frase que ese hombre no se veía co-
mo parte de la gente. Tal vez mi padre, que no dejaba
de ser en buena medida un extraño para mí, también haya
sentido, sin embargo, la extrañeza que contenía esa forma
de expresarse.
 Tampoco pude evitar, al salir de la caballeriza en Némecék,
recordar el caballo con las alas cortadas -amputadas- del
cuadro que había entrevisto unos años atrás al cruzar un pasi-
llo del Pizzi, al que por más que volví a recorrer sus salas
y los corredores que las entrelazaban, no pude volver a en-
contrar. En ese momento ya estaba seguro de que era un Pie-
ter Huys que se decía había sido robado del Palazzo durante
la guerra y cuando por fin me obligaron a salir del edificio
porque era hora de cierre, le pregunté a un empleado si el
Pizzi albergaba alguna obra de Pieter Huys, sólo para obte-
ner de ese individuo una mirada llena de sospecha y desdén.
 El caballo con las alas cortadas parecía un ave monstruosa
que había pagado un alto precio por querer volar. Como si el
artista quisiese expresar así los tormentos sufridos por aque-
llos que intentan, como los artistas entre otros, sobrevolar su
época o trasladarse a la siguiente, como si fuesen dioses.
 Como si ese animal mutilado, y en ese sentido era necesario
que fuese un caballo -ya que éste es el único animal que hizo
la historia junto a los humanos-, representase la gran carga de violencia que las costumbres y la imperceptible concepción del mundo de una sociedad significan. Cómo cada sociedad 
intenta neutralizar el paso del tiempo, que significa su propia 
transitoriedad, cómo precisa afirmarse, en un movimiento de 
amarre, como anclas echadas en lo profundo de la tierra bajo 
esos cielos que pintase Huys, de mantos y más mantos de nu-
bes borrascosas ya sea violáceas o negras. Tal vez por eso en 
esa obra maestra del pintor flamenco del siglo XVI, el inmenso caballo se sitúa sobre bizarras batallas navales con sus hundi-mientos y naufragios no sobre los mares, sino en medio de una multitud en una gran plaza, ocupada en sus trabajos y oficios y demás locuras cotidianas, una sociedad encajada en sí misma, capaz de asesinar al que osara intentar hacerla viajar o despla-
zarse, hasta verse a sí misma, o, especialmente, salirse de sí."


lunes, 11 de abril de 2016

DE UNA CARTA DE EUGENIO SARDIS



"ayer, cerca de Némecék, entrada a un establo de caballos
de carrera 
 (purasangres) que nos examinan brevemente y nos desesti-
man como por experiencia
 los olores fuertes, junto a los sonidos de los cascos en el
suelo seco o barroso junto a los movimientos limitados en
sus celdas y ese pellizco que les hace la piel a veces
 el balde que cuelga en el interior, también el fardo desparra-
mado de pienso, a veces bosta fresca
 en un lugar cerca del fondo, los arneses, las monturas, mon-
tadas sobre estructuras-caballo de maderas
 entonces, los caballos pueden estar desnudos o no
 el aparataje de docilización, los movimientos bruscos de la
cabeza, fortísimos cuellos mucho mejor construídos que los
frágiles cuellos humanos
 la previsibilidad es bien atendida: todos los caballos parecen
sanos y dispuestos, narinas húmedas y resoplantes, como un
idioma que puede expresar el desagrado; los ojos desatentos
que con tanta facilidad pueden expresar una locura pavorosa
los más altos nos dan la impresión de ser los más veloces
la velocidad de los caballos, un ordenador natural de a qué
grupo pertenecemos; las personas están interesadas en la ve-
locidad, los caballos quién sabe
 es muy posible que ese factor no les incumba en lo más mí-
nimo
 ¿y entonces qué? o mejor dicho, ¿a cambio de eso, qué?
 tienen mucho de prisioneros, acariciados, paseados, alimen-
tados, cepillados, prisioneros ligeramente aristocráticos
 el color del pelaje -el pelaje, esa seda bárbara- también signi-
fica algo para mí, y una vez más, ¿qué puede significar para 
ellos?
 el olor, combinado con una criatura que es más alta que uno,
y, a la vez, mucho más larga, probablemente el olor les diga
muchísimas más cosas que a nosotros
 las patas, el cuarto trasero, donde anida la extrañeza misma
del animal
 también en su enorme cabeza, en sus formidables dientes
 crines y colas; el torso-vientre firme, liso y bien dibujado
 la línea que separa, une y define hombre/animal
 lo que parecemos tener en común, nos miramos, olemos, per-
cibimos, sentimos, pensamos
 observamos con una mezcla de curiosidad y espanto el sudor
graso, blanco y espeso de sus cuellos, viscoso como leche a-
gria o semen 
 uno que estaba muy cerca mío resoplaba y daba señales mo-
viendo el cuerpo a lo que otro respondió en forma evidente
con un estruendoso relincho
 intenté sincronizar mi respiración con el primero, pero la
suya iba a veces más lenta y otras veces al mismo ritmo de
la mía, por lo que en pocos minutos me encontré con una
sensación de fatiga sin haber montado ni recorrido una bue-
na distancia a la carrera
 y ahí está, ayer, una visita a la cofradía de los caballos

 y fue un día raro, ya que interrumpí las clases de Punjabi,
la lectura a pasos forzados del Gurmukhi
 y hay una palabra en Punjabi, justamente, anuvaad, que signi-
fica traducción
 viene de viaje del sánscrito, donde anu significa lo que sigue,
lo próximo, al unísono; y vaad es la idea que se oculta tras un
sonido
 hay muchas ideas en los caballos, de eso pude darme cuenta
 no sé si ellos pensarán lo mismo de nosotros
 siendo criaturas surgidas del Eoceno como si fuese de un 
pozo de niebla del tiempo
 ni sé si desde su locura equina podrán atisbar la nuestra"