sábado, 23 de noviembre de 2013

UN GRAN POETA HOLANDES: RUTGER KOPLAND




En estos días en los que me deleito leyendo muy de a poco
un libro precioso de un escritor holandés, Rudy Kousbroek
(1929-2010) llamado "El secreto del pasado", con su tinte
nostálgico a la W.G. Sebald, me crucé, porque los cruces de caminos se multiplican en ciertos momentos o en la curva
de los momentos, llamadas 'ocasiones', con la poesía de otro
Rudy (así lo llamaban de chico): Rutger Kopland, seudónimo
literario de Rutger Hendrik van der Hoodakker (nacido en
Goor, Holanda, el 4 de agosto de 1934, muerto el 11 de ju-
lio de 2012 en Glimmen).
Aquí van mis versiones -desde las versiones en inglés que
hiciera James Brockway- de sus bellos poemas.

SERBALES

Practicar el arte de la poesía es
establecer con el mayor cuidado posible
que, por ejemplo,
en la temprana mañana
los serbales sostienen miles de lágrimas
como un dibujo de la infancia,
tan rojas y tan numerosas.

[*Serbal: árbol de frutos rojos, parecidos a bayas]


UN SALMO

Los pastizales verdes las aguas quietas
en el empapelado de mi cuarto-
como un niño asustado yo creía
en el empapelado

cuando mi madre hubo dicho sus plegarias por mí
y yo había sido perdonado un día más
se me dejaba solo
entre inmensos caballos y ganado,
un niño expósito acostado sobre un mundo
de pasto

ahora que una vez más tengo que irme
a través de los pastizales de dios no encuentro sendero
que me lleve de vuelta, sólo una pequeña mano
aferrada a la mía que aprieta
cuando los enormes cuerpos
del ganado gruñen y resoplan
en paz.

[Kopland se basó durante varios años en el paisaje del
Salmo 23 ("Jehová es mi pastor, nada ha de faltarme...")
o Salmo de David, para crear una atmósfera que mezcla
la celebración de la naturaleza con la melancolía del inex-
orable paso del tiempo]


LA SEÑORITA A.

El 19 de setiembre, un neblinoso
diecinueve, la Srta A se bajó
del lado equivocado de su casa-barco
el Complacida Dulzura
a las aguas de 'El Profundo'

El frío había llegado, ella no había
logrado encender la estufa,
su anciana madre había muerto,
todo estaba rechinando, herrumbándose,
desde su cocina-de-barco Dios y el
DHSS parecían fuera de alcance

Desembarcó.

[* DHSS: Departamento de Salud y de Seguro Social] 


¿CUÁNDO, DÓNDE?

Es otoño y los perros están otra vez en el asunto.
No hay ternura entre los perros.

Decime algo, dice ella. Sólo un chico podría saber
lo que siento. Ya no soy un chico.

Ternura, eso es, le digo, mientras tomo
sus pechos firmes en mis manos,

esa es la respuesta a la pregunta que
no se ha formulado. El olor de cada otoño,

quiero decir, la pregunta cuándo, dónde
estaba y la respuesta a eso

Puedo oler tu pelo de nuevo, estamos sentados
uno contra el otro en un banco en los jardines.

Siento lo que siente un chico cuando ve
lo que estamos haciendo. Lo que decimos es puro desatino.


BAJO EL MANZANO

Vine a casa, eran cerca de las
ocho y notablemente
cercano para esta época del año,
el asiento del jardín permanecía esperando
bajo el manzano

Tomé mi lugar y me senté
mirando cómo el vecino
estaba todavía cavando en su jardín,
la noche brotó del suelo
una luz creciendo cada vez más azul colgaba
del manzano

entonces lentamente de nuevo se volvió
demasiado hermoso para ser cierto, las alarmas
del día desaparecieron en el aroma
del heno, los juguetes otra vez yacen
en el pasto y desde lejos en la casa
vinieron las risas de los chicos bañándose
hasta dónde estaba sentado, hasta
debajo del árbol de manzanas

y luego oí las alas
de gansos salvajes en el cielo
oí qué quieto y vacío
se estaba volviendo

afortunadamente alguien vino y se sentó
a mi lado, para ser preciso eras
vos que viniste a mi lado
bajo el árbol de manzanas,
notablemente cerca
para nuestro tiempo de vida.


MÁS ALLÁ

1
Ahora que sabemos que hemos perdido el camino
todo lo que nos queda es este lugar

Lluvia, hasta el horizonte lluvia
y un mar de colinas gris-verdes,
oleadas de bosque tras bosque.

2
Nuestros mapas los hemos dejado atrás,
en alguna parte, no enojados, no tristes:

nos dijeron lo que ya sabíamos,
de dónde veníamos.
No dónde estábamos.

3
Ahora en el punto de ir más allá
y no sabiendo cómo, no sabiendo

del  susurrar, la fragancia, la oscuridad
bajo los árboles, los gritos
en la distancia, las desaparecientes
huellas, no sabiendo ya
lo que significa nada.

4
Nuestros rostros son tensos y fríos,
suavizados por la lluvia, como si estuviésemos llorando.

No es llanto, es
lluvia y piel.

5
Olas gris-verdes de bosque tras bosque,
hacia ellos hemos de desaparecer.

De ellos hemos de regresar,
pero ya no seremos nosotros.

Quiénes son nadie lo sabe.


AUTO-RETRATO

Como en las ventanas altas de esta casa,
así es como debe ser- como es ahora.

Es el atardecer, allí abajo unos pocos
patos están flotando en el estanque, allí
en el pasto el sendero inicia su largo lento
arco ascendente a través del bosque, rojo
como sangre rancia, y sobre la colina
los cielos, opacados por la nieve, la niebla
y el humo. Hay un graznar, gritos
olor de hojas mojadas y fuegos del bosque,
hace frío en las mejillas, eso es

como debe estar ahora, allá. Y nadie
caminando ahí, para oír todo esto,
para sentirlo, olerlo. ¿Debemos
cerrar las cortinas de terciopelo
o las dejamos abiertas?


FUENTE
Rutger Kopland. A World Beyond Myself. Versiones de
James Brockway. Enitharmon Press, 1991.





Mencionado: Rudy Kousbroek, El secreto del pasado. A. Hi-
dalgo, 2013.